lunes, 3 de noviembre de 2014

Es la hora de la verdad: Los reyes magos SI existen

Los Reyes Magos son  verdad   
  
 Apenas su padre se  había sentado al llegar a casa, dispuesto  a escucharle como todos los días lo que su hijo le  contaba de sus actividades en el colegio, cuando éste  en voz algo baja, como con miedo, le  dijo: 
 - ¿Papa? 
 - Sí, hijo,  cuéntame 
 - Oye, quiero... que me digas la  verdad 
 - Claro. Siempre te la digo -respondió  el padre un poco sorprendido 
 - Es que... -titubeó  el niño 
 - Dime, hijo, dime. 
 - Papá,  ¿existen los Reyes Magos?   

 El padre se quedó mudo, miró a su mujer,  intentando descubrir el origen de aquella pregunta,  pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el  suyo que le miraba igualmente. 

 - Los niños dicen que  son los padres. ¿Es verdad? 
 La nueva pregunta del niño le obligó a volver la mirada hacia él y  tragando saliva le dijo: 
 - ¿Y tú qué crees,  hijo?
 - Yo no se, papá: que sí y que no. Por un lado  me parece que sí que existen porque tú no me engañas;  pero, como los niños dicen eso. 
 - Mira, hijo,  efectivamente son los padres los que ponen los  regalos pero... 
 - ¿Entonces es verdad?  -cortó el niño con los ojos humedecidos-. ¡Me han  engañado! 
 - No, mira, nunca te hemos engañado porque  los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre  cogiendo con sus dos manos la cara del niño
 - Entonces no lo entiendo.  papá. 

- Siéntate, hijo, y escucha esta  historia que te voy a contar porque ya ha llegado la  hora de que puedas comprenderla -dijo el padre,  mientras señalaba con la mano el asiento a su  lado. 
  
 El hijo se sentó entre sus  padres ansioso de escuchar cualquier cosa que le  sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que  para él debió de ser la verdadera historia de los  Reyes Magos: 
  
 - Cuando el Niño Jesus  nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por  una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle.  Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el  Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el  más anciano de los Reyes,  Melchor, dijo: 

 - ¡Es maravilloso ver  tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos  a todos los niños del mundo y ver lo felices que  serían. 

 - ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena  idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos  capaces de poder llevar regalos a tantos millones  de niños como hay en el  mundo. 

 Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba  escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría,  comentó: 

 - Es verdad que sería fantástico, pero  Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos  ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer  el mundo entero entregando regalos a todos los niños.  Pero sería tan bonito. 

 Los tres Reyes  se pusieron muy tristes al pensar que no  podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde  su pobre cunita parecía escucharles muy atento,  sonrió y la voz de Dios se escuchó en  el Portal: 
 - Son muy buenos, queridos  Reyes Magos, y les agradezco sus regalos. Voy a  ayudarles a realizar su hermoso deseo.  Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a  todos los niños? 

 - ¡Oh, Señor! -dijeron los tres  Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos  millones y millones de pajes, casi uno para cada  niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa  nuestros regalos, 
 pero. no podemos tener tantos  pajes., no existen tantos. 

 - No os preocupéis por eso  -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes  para cada niño que hay en el mundo. 

 - ¡Sería  fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez  los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y  admiración. 

 - Decidme, ¿no es verdad que los pajes  que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?  -preguntó Dios. 

 - Sí, claro, eso es fundamental -  asistieron los tres Reyes. 

 - Y, ¿verdad que esos  pajes deberían conocer muy bien los deseos de  los niños? 

 - Sí, sí. Eso es lo que  exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más  entusiasmados los tres. 

 - Pues decidme, queridos  Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los  conozca mejor que sus propios padres? 

 Los tres Reyes  se miraron asintiendo y empezando a comprender lo  que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se  volvió a oír: 

 - Puesto que así lo habéis querido y  para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente  todos los niños del mundo reciban algunos regalos,  YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos,  todos los padres se conviertan en sus pajes, y  que en su nombre, y de su parte regalen a  sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que,  mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos  se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos.  Pero cuando los niños sean suficientemente mayores  para entender esto, los padres les contarán esta  historia y a partir de entonces, en todas las  Navidades, los niños harán también regalos a sus  padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén,  recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos  son más felices. 
  
 Cuando el padre del niño hubo terminado de contar esta historia, el niño se levantó y dando un beso a sus padres  dijo: 
 - Ahora sí que lo entiendo todo papá.. Y estoy  muy contento de saber que me queréis y que no me  habéis engañado.
  
 Y corriendo, se  dirigió a su cuarto, regresando con su alcancía en  la mano mientras decía: 
 - No sé si  tendré bastante para compraros algún regalo, pero para  el año que viene ya guardaré más  dinero. 
  
 Y todos se abrazaron  mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes  Magos contemplaban la escena tremendamente  satisfechos. 

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